--¿Para qué son los muros?-- preguntó perspicaz una hormiga joven a otra vieja con la que salía a trabajar. Y la respuesta, que le irritaba tanto como su propio ácido fórmico lo hacía con sus víctimas, fue la misma ambigua respuesta de siempre: depende.
--¡¿Pero de qué depende?!-- gritó exasperada.
--Depende --precisó con una brahmánica calma la aludida-- entre otras cosas, de quiénes los construyen, cuál es su propósito (si es que lo saben) y, sobre todo, de cómo te colocas ante ellos.
La joven hormiga, sintió que el ácido fórmico le hervía en el cuerpo y prefirió, trabajar en silencio. Para sus adentros, seguía refunfuñando: ¡Muros! está más que claro: son barreras, límites ¡obstáculos! no me vengan a mí con filosofías de... oriente.
La hormiga vieja se percató de la revolución interior que habitaba en su joven camarada.
--Mira-- dijo señalando a un grupo de hormigas jóvenes que se dirigían cantando y riendo al gran concierto que ofrecía el grupo "Tú también" para celebrar la caída del muro y la reunificación del hormiguero. ¿Es eso lo que te incomoda?-- preguntó.
La joven respondió afirmativamente con un pedante movimiento de antenas.
--Ya veo-- comentó la vieja. No has conseguido tu boleto para el concierto ¿Verdad?
--¡Pero es absurdo! Los boletos eran gratuitos, pero pusieron un muro para controlar el acceso, precisamente a un concierto para celebrar la caida de otro muro...
--Sí, je je, resulta gracioso, lo bueno es que no invitaron al grupo que hizo The Wall
--Eso sí -- dijo la joven con una conciliadora sonrisa resignada.
--Bueno, esto constata que el deseo mueve montañas... vámos, acabemos este trabajo, te invito al bar de un amigo donde transmitirán el concierto en pantalla gigante y nos podemos tomar una copa ¿qué dices?
Y la sonrisa sincera de una hormiga virtual, iluminó de pronto el cielo de un virtual hormiguero llamado Berlín.
--¡¿Pero de qué depende?!-- gritó exasperada.
--Depende --precisó con una brahmánica calma la aludida-- entre otras cosas, de quiénes los construyen, cuál es su propósito (si es que lo saben) y, sobre todo, de cómo te colocas ante ellos.
La joven hormiga, sintió que el ácido fórmico le hervía en el cuerpo y prefirió, trabajar en silencio. Para sus adentros, seguía refunfuñando: ¡Muros! está más que claro: son barreras, límites ¡obstáculos! no me vengan a mí con filosofías de... oriente.
La hormiga vieja se percató de la revolución interior que habitaba en su joven camarada.
--Mira-- dijo señalando a un grupo de hormigas jóvenes que se dirigían cantando y riendo al gran concierto que ofrecía el grupo "Tú también" para celebrar la caída del muro y la reunificación del hormiguero. ¿Es eso lo que te incomoda?-- preguntó.
La joven respondió afirmativamente con un pedante movimiento de antenas.
--Ya veo-- comentó la vieja. No has conseguido tu boleto para el concierto ¿Verdad?
--¡Pero es absurdo! Los boletos eran gratuitos, pero pusieron un muro para controlar el acceso, precisamente a un concierto para celebrar la caida de otro muro...
--Sí, je je, resulta gracioso, lo bueno es que no invitaron al grupo que hizo The Wall
--Eso sí -- dijo la joven con una conciliadora sonrisa resignada.
--Bueno, esto constata que el deseo mueve montañas... vámos, acabemos este trabajo, te invito al bar de un amigo donde transmitirán el concierto en pantalla gigante y nos podemos tomar una copa ¿qué dices?
Y la sonrisa sincera de una hormiga virtual, iluminó de pronto el cielo de un virtual hormiguero llamado Berlín.
¡lo bueno es que no invitaron al grupo que canta The Wall! ya sólo eso faltaba ¿no? jejeje.
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