Analizados
Cuenta la leyenda que un día, estando en plena batalla, los soldados del reino negro y los del reino blanco, hartos de que sus reyes les hicieran la vida de cuadritos, renunciaron por fin al juego y abandonaron, unidos, el tablero. Luego se supo: hoy viven en el reino de colores de las damas chinas.
Amor ciego
–¿Te gustan mis ojos?– Preguntó ella con aquella voz temblorosa, insegura y enamorada que él detestaba.
–Demasiado condimentados, como todo lo que cocinas– respondió él molesto, se levantó de la mesa y azotó la puerta tras de sí.
Vivencial
–Yo vivía en una cuevita, al igual que muchos de mis vecinos. Las cuevitas tenían puertitas– dijo ella.
–¡Es usted un hobbit!–Le dije y respondió que sí, de San Felipe, Guanajuato.
No conocía a Frodo ni a Bilbo, pero sí a Jobita, la de la tienda del psiquiátrico.
Me preguntaron después si realmente sabría ella lo que era un hobbit... mejor que Tolkien, sin lugar a dudas; ella vivía en una cuevita, él no.
Insight
Come caca... ¡Y no me des!
Histeria
–¿Por qué ella tiene casita de hacer bebés y yo no, Mami?
–Cuando crezcas lo entenderás, mi pequeño Sigmund.
Ni caso
Aquel guru era tan digno de poca confianza, que quien lo seguía como tal, definitivamente se lo merecía.
Perversión
Cada vez que veía un pie desnudo se excitaba hasta el orgasmo. Dadas las circunstancias, se decidió que tomara ansiolíticos para ver si así podía salir, sin riesgo político, a buscar por todo el reino a la bella chica que abandonó el baile en aquel carro-calabaza.
Rehabilitación
Fetichista de clóset, se alarmaba casi hasta el escándalo cuando pasaba frente a una zapatería. Cuando supo de la existencia de la orden de “las carmelitas descalzas”, le pareció tal aberración, que simplemente no pudo más y se internó... Hoy se gana la vida siendo pedicurista. Algo pasó, ciertamente, en aquel monasterio zen.
Trauma
–El superyó viene siendo algo así como la figura de autoridad internalizada, tras superar, por identificación con el poder paterno, la amenaza de castración– dijo el experto en Freud.
–La democracia es una forma económica de ejercer el poder judicial, precisamente porque cada ciudadano se convierte en policía de sí mismo y de los otros– añadió el especialista en Foucault.
–No es lo mismo tener por superyó un british policeman que un indulgente policleto, siempre puesto a negociar por una torta y un chesco ¿Ven?– ejemplificó el experto en psicología del mexicano.
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